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14,25 €El verdadero desafÃo, en los comienzos del siglo XXI, es el de la educación. Para que el acto de educar sea posible son necesarias tres condiciones: la confianza en que el joven es educable, la capacidad de trabajar en dinámica de proyecto y la capacidad para establecer una relación con el joven. La espiritualidad cristiana conduce a vivir este acto educativo en la trilogÃa constitutiva del proceso cristiano, la de creer, esperar y amar. Educar en el nombre del Padre, del Hijo y del EspÃritu, es desarrollar una pedagogÃa de la confianza, de la esperanza y de la alianza. Se hace asà posible el vivir el encuentro con los jóvenes como camino del encuentro con Dios. Se dibuja asà un camino original de encuentro con Cristo, que tiene muy en cuenta la situación profesional, militante o familiar del educador.